Un chorro de agua es un instrumento que se usa en los talleres mecánicos para recortar partes metálicas con un chorro de agua a muy alta presión. Por sorprendente que parezca, si el agua fluye lo suficientemente veloz, pueden llegar a realizar un corte por agua en el metal.
La clave para llevar a cabo un corte por agua en metal es conservar el rociado coherente. Los chorros de agua tienen la posibilidad de recortar, puesto que la pulverización se canaliza por medio de una boquilla bastante estrecha a una presión bastante alta para conservar la pulverización coherente. A diferencia de los cortadores de metal, un chorro de agua jamás pierde el filo y no puede sobrecalentarse.
¿Cómo se originó la idea de realizar cortes por agua en un metal?
A inicios de la década de 1970, el corte mediante agua empezó su andadura en esta industria cortando materiales bastante blandos como es el cartón. A mediados de los años 80, los equipamientos dirigidos por el Médico Mohamed Hashish había inventado el corte por chorro de agua con abrasivo, expandiendo de esta forma las habilidades de la herramienta para cortar materiales duros, y así poder realizar por ejemplo, cortes por agua en metal. La tecnología básica es sencilla y a la vez, complicada simultáneamente. En su grado más vital, el agua circula a partir de la bomba al cabezal de corte. Sencillo de comprender, operar y conservar.
Aun siendo la presión bastante alta, el chorro de agua en realidad no corta solo debido a la presión, sino utilizando la interacción de esta con la rapidez. La presión coge mucha velocidad una vez que el agua atraviesa el orificio del cabezal de corte. Cuanto más grande es la presión, más grande es la rapidez del flujo. A 4 bar, el agua corriente que sale de un grifo se desplaza a 103 kilómetros por hora. A 6500 bar, el chorro de agua se desplaza a casi 4000 kilómetros por hora, bastante más de 3 veces más veloz que la velocidad del ruido, es por eso que existe la posibilidad de llegar a cortar mediante agua, metal, o cualquier otro tipo de material.