Para empezar a tratar el tema pondremos de ejemplo a Anna. Anna es una chica que gran parte de su vida había estado deprimida, ninguno de los tratamientos que probó le sirvió. Tomó antidepresivos, se sometió a psicoterapia y experimentó hasta la terapia electroconvulsiva, pero los efectos eran poco duraderos. También se le añadía obesidad mórbida, aspecto que empeoró la depresión que ya sufría. Sin embargo, unos psiquiatras decidieron instalarle en el cerebro un dispositivo eléctrico para tratarle el problema, a esta terapia se le conoce como estimulación cerebral profunda.
Resultados inesperados
Los resultados que obtuvo Anna fueron espectaculares, logró perder hasta un 50% más de peso y su estado de humor mejoró significativamente. El neurólogo que había tratado a Anna, Thomas Munte de la Universidad de Lubeck (Alemania) afirmó que aunque el objetivo principal era tratar la depresión, también el objetivo secundario era la pérdida de peso. Y sacó la conclusión que estos dos aspectos parecían estar vinculados.
Terapias antiguas
La estimulación cerebral profunda es un método controversial, pero no un tratamiento nuevo ya que su origen se remonta al año 1930. El creador fue el doctor Wilder Penfield, con la idea de tratar la epilepsia. Se trataba de estimular partes del cerebro con una sonda eléctrica para identificar y destruir el área que causaba el problema.
Antonio Egas Moniz también trabajaba eliminando pequeñas partes del cerebro para acabar con trastornos psicológicos. Resultó exitoso en varios casos, por esa razón consiguió el Premio nobel en 1949. Años después sirvió para comprender qué áreas del cerebro podrían beneficiarse de los electrodos.
Estimulación cerebral profunda
Tratar la obesidad
El neurólogo Munte dijo que en algunos casos la obesidad puede deberse a un sistema de recompensa alterado en el cerebro. Hay quien incluso muestra patrones cerebrales diferentes a las personas que son más delgadas cuando se les somete a imágenes de alimentos de aspecto.
Esperanza para el futuro
Hoy en día, en casos como el de Anna es posible que pronto veamos los efectos positivos de la terapia cerebral profunda tanto para tratar la depresión como la obesidad.
Piotr Zielinski, de la Universidad de Educación Física y Deportes en Gdansk, en Polonia, ha visto cómo esta terapia se ha usado en más de 2.500 procedimientos desde 1990 para tratar pacientes con agresión patológica, el síndrome de Tourette y el trastorno obsesivo compulsivo. Ahora también ha tratado a tres personas con obesidad utilizando la estimulación cerebral profunda, En uno de sus pacientes, la obesidad se atribuyó a un tumor infantil que dañó un área del cerebro importante para regular el hambre y sentirse lleno.
Si bien la estimulación cerebral profunda claramente no es la respuesta para la mayoría, muestra resultados positivos tales que demuestra que en los casos más severos, los tratamientos experimentales pueden cambiar vidas.
Fuente: http://www.bbc.com/mundo/vert-fut-43698567
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